Alguna que otra vez se te revuelve todo tu ser, las tripas
se retuercen y se te agria del hígado la hiel, por no decir a voz en grito,
“válgame San imbécil nos hemos vuelto locos todos o estamos en ello con prisas
y a todo tren”, más dices apretando dientes y más revenido que una pasa
moscatel, que no tienen nombre circunstancias incomprensiblemente cruentas que
suceden por no se sabe que…..pero hete aquí que por mucho que refines el
lenguaje y eludas en insulto que sin permiso sale a sabiendas de por qué, el
revoltijo que la incomprensión genera en yo, mi misma e imagino en todo ser
consciente de su derecho a ser, resulta ser un hecho que tendría una solución
tan simple como empezar a hacer en cuanto aparece el efecto cruel. Os
preguntareis ¿De qué habla esta, se le
fue la olla o qué? Y en esas explico que para que no parezca esta reflexión una
de tantas protestas sin solución, primero provocar la risa floja y después
tocar la sensibilidad de lo más íntimo del ser, es la pretensión de estas manos
que sujetan el lápiz o mejor dicho se deslizan con rapidez por el teclado
informático para no mentir “sabe usted”, por si de una puñetera vez, en vez de
poner parches que se caen en cuanto se tocan, ponemos pies en puerta y sin decir
ni media tomamos las riendas para trabajar en pos de soluciones tan factibles y
reales, como que hoy estamos aquí y mañana nos enfilamos hacia un cataclismo
fatal e irremediable.
EL tema en cuestión que sale a la palestra, que no es el
único, pues estamos en pie de guerra con la coherencia y enfrentados a un raciocinio
que flaquea, la que escribe viene a contar la historia real de una familia como
muchas otras, una pareja a la que le nació una niña preciosa sana y hermosa, mas
al poco se le truncó aquella felicidad codiciada por toda humanidad deseosa de
sentirse libre y no ojerosa, humanidad que duerme una siesta perpetua que a la
lógica la vuelve idiota y a la razón le da la vuelta y reconvertida en sinrazón
plantea demagógicas quimeras por si les solventa el problema o renombrado dilema.
Pensar con coherencia y no someterse a la incongruencia
resulta una labor ardua que cansa y agota que no veas. Por un lado el iluminado
por la luz de una farola se pasa el día cantando odas, en meditación meditativa
para del susurro del viento re-interpretar misivas de las altas esferas y como
el karma es el culpable del mal que arrastra el sufrido caminante que aun busca
su ser interior, que este se las apañe como pueda, pues al amante despierto ni
le va ni le vienen lo que pueda ocasionar el que perdió la cabeza tiempo atrás.
De esta reflexión me lloverán frases sublimes que trascienden mi humana
presencia, “no prejuzgar es de ley espiritual, por lo que amar es el sino del
que despertó a una realidad que asoma, todo es como debe ser, si el mal aparece
en escena es porque el que lo engendra fue mala persona en otra época y algo
tendrá que aprender de la experiencia y yo no soy quien para librarle del
aprendizaje que ha de procurar que ponga pies en puerta, el amor sana el mal que aflora entre rejas,
etc, etc, etc, etc, y a mi señores me la repamplinfla tanta realidad onírica
que pasa de largo cantando en verso o en prosa filosofías hermosas, mientras
enaltece el amor de palabra y no de obra y los hechos ni asoman. Por otro lado
el ateo recalcitrado, incrédulo cual feligrés del revés que solo atiende lo que
la ciencia cuenta y recuenta, se mimetiza con la materia densa que no admite
más que lo que puede tocar o ver, renegando de su poder y capacidad mental de
romper con las quimeras y elaborar un plan general con el que convivir en paz
sin discriminar o condenar por sistema. Adherido a lo conocido y confirmado por
la ciencia se apega a la materia o moneda como única vía de solución,
repartiendo cual solidario consciente el capital sobrante entre los pobres caminantes,
de modo y manera que al poco menos los repartidores que administran y ofertan,
los demás en la más absoluta miseria, pero en igualdad de condiciones oiga, sin
diferencias.
Bueno de vuelta a la historia, la pequeña una mañana
despertó incapaz de levantarse ella sola, sumida en una enfermedad que la
ciencia ni conoce, ni le suena, perdiendo paso a paso la vida porque descubrir
e investigar cuesta el riñón derecho y
parte del izquierdo y como no es un mal de muchos, para un par que lo sufren no
merece la pena gastar un dineral en resolver el dilema. Tal como subsiste el
sistema que rige en el mundo mundial, administrativamente hablando este no
puede afrontar lo que sentencia a una minoría, pues la mayoría merece la
oportunidad al hacer viable recuperar la cuantía que se emplea en la
investigación y resolución del problema. Lógicamente e incoherentemente un
sistema monetario inventado por una humanidad ciega que duerme a pierna suelta,
pone límites, controla, dirime y condena si el gasto supera el beneficio y no
recupera con intereses lo que oferta, mientras el ser consciente del problema
le saca punta buscando escusas, parcheando y planteando nuevas fórmulas con las
que la moneda no frene y discrimine por sistema, sin apearse del burro cual
jinete en potencia que busca y rebusca en el cajón de la mesa sin darse cuenta
que lo incongruente e inconsecuente con la vida en la tierra, la que nació sin
precio añadido y sin contabilidad que la moldea, es el modo y las formas con las
que esta pone precio a la vida y a la muerte por si el contribuyente pretende
largarse del planeta sin pagar las consecuencias, en vez de deducir que es el
dinero el que interfiere con la igualdad y el derecho a la vida de todo ser que
nace sobre este planeta, prefiere no actuar en consecuencia eliminando la
tasación y revirtiendo la inconsciencia para que la consciencia tome medidas y
reorganice el tema con una fórmula que no cobre desde el aire hasta el agua que
corre por sus venas. …….Con esto y un bizcocho reconozco que no se solventa el
tema, pero al menos me he quedó más a
gusto que un guarro rebozado en un barrizal o en un lodo radioactivo
manufacturado y producido por el inconsciente colectivo que sigue campando por
la tierra, mientras se reviste de sabiduría incierta o de toma pan y moja...